Palacio Infante Don Luis, un gran exponente del patrimonio madrileño

Recientemente anunciamos, desde este digital, las visitas guiadas al Palacio del Infante D. Luis de Boadilla y, además, hicimos una introducción sobre su valor arquitectónico y su protagonismo en el patrimonio de Boadilla. Esta joya madrileña le debe su nombre al propio Infante D. Luis de Borbón quien lo adquirió a mediados del siglo XVIII; anteriormente, la singular edificación recibía el nombre de Palacio de las Dos Torres.

Sobre la base de esta construcción y bajo la dirección del arquitecto Ventura Rodríguez (inicialmente, también, con el técnico Antonio Machuca), se iba a llevar a cabo una remodelación que dio como resultado la maravilla que hoy conocemos (aunque se han producido hasta cuatro restauraciones durante el siglo pasado y el actual).

Estilo e influencias

Declarado Monumento Nacional en 1974, ha tenido un peso específico en la Comunidad y en la cultura española. No sólo se alojó en él el pintor Francisco de Goya; además, sirvió de morada para Luigi Boccherini. Ha sido escenario de rodaje de ambiciosas producciones, como “Los fantasmas de Goya”, de Milos Forman, y ha sufrido el impacto de la cruenta Guerra Civil española.

Convertido en un marco incomparable con elementos de gran belleza, como su capilla construida con mármol y bronce, el Palacio del Infante D. Luis es un gran exponente de la arquitectura de la época en Madrid, ya que incorpora elementos del barroco tardío, una tendencia que puede encontrarse en otras construcciones señoriales de las grandes ciudades españolas. También se puede observar cómo el neoclasicismo hace su presencia en diversos ornamentos, tales como puertas de acceso, jarrones o escudos.

No podía faltar, tampoco, una cierta influencia del diseño italiano, referente en la construcción europea, que encandiló a muchos personajes de la vida pública en éste y otros siglos. En el caso del Palacio del Infante, queda patente al adoptar el estilo barroco, junto con algunas de las líneas y la distribución del edificio. La inspiración en la obra romana lo consolida como modelo representativo de estos proyectos del siglo XVIII.     

Costumbres palaciegas y la Europa del momento

Es necesario destacar los usos del Palacio, que sirvió como residencia del hermano de Carlos III y Fernando VI. El Infante fue un apasionado de las artes y las ciencias y actuó como mecenas de varios creadores de la época, con los que tuvo una estrecha relación. También fue un notable coleccionista con piezas que iban desde la pintura hasta los animales (vivos o disecados).

De hecho, la Casa de Aves, uno de los edificios emblemáticos de este conjunto constructivo, sirvió como aviario para las especies exóticas que atesoraba (es conocida su afición por la caza, además de la del coleccionismo). Así pues, observamos elementos comunes y, también, distintivos con otros palacios europeos de aquel siglo que poseían las principales familias.

En la Francia del siglo XVIII era mucho más común que la nobleza se reuniera en casinos, donde jugaban a los nuevos juegos que inspiraron a, entre otros, el Blackjack online que hoy conocemos y que es accesible desde la red. En la Inglaterra de dicha centuria, resultaban comunes los bailes en mansiones urbanas y los actos benéficos de la “social season”. Los alemanes, en cambio, compartían con el Infante el gusto por la caza.     

¿Vale la pena visitar este tesoro arquitectónico? Por supuesto. Por su increíble belleza, que ha encandilado a los estudiosos y los amantes del arte, además de tener presencia en las más prestigiosas publicaciones especializadas, y porque es historia viva de la Casa Real española y de nuestra cultura. Es que es un espectáculo para los sentidos del visitante y un legado patrimonial de gran valor para Boadilla.